Voces agrias en desvelos
nocturnos. Madrugadas eternas llenas de silencio y desconsuelo. La cadencia
sonora del péndulo del cuco marca el paso del tiempo. Acaricio la cumbre
lejana. Alma resquebrajada. En esta madrugada de crucifixión. Cae sobre mi
nombre el penar de mi vida. Mi propia condena encadena mi cuerpo en esta
mazmorra de las profundidades de la tierra. Busco la pena como el ladrón a su
presa. No me mires te puedo contangiar mi amargura inmensa. A esta hora unos
ríen otros lloran. Unos nacen otros mueren. Muchos viven y algunos mueren en
vida.
vv. 07:00
12-04-2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario