Desespero en la
impaciencia del tiempo. Me ahogo en una espera imposible. Vomito mi ansiedad
nauseabunda en mi cuerpo atormentado. Entre tanto alguien hay que me mira y no
es consciente de mi estado interior de angustia. Afortunadamente mi dolor queda
dentro de mi. Mientras tanto el juega, ríe, canta, salta y me abraza con la
tierna dulzura de un hijo que me da su amor y me revive de la amargura que huye
aterrorizada del amor que me llega.
vv. 2008
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